Ya está disponible en todas las plataformas digitales y en formato físico el nuevo disco de Jose Carra: Santuario.

Santuario tiene muchas referencias a la música religiosa. «Dies Irae», «Recordare» y «Lux Aeterna» son piezas que pertenecen al Requiem tradicional y que han sido compuestas a modo de coral, aunque cada una se desarrolla de una forma muy diferente. «Bird’s food» es la única de las piezas que fue compuesta hace años pero que por su carácter y la inspiración del tema ha sido incluida en Santuario. «Tránsito» refleja la nueva realidad que nos ha dibujado el distanciamiento social; como si fueran dos personas, dos melodías están separadas por una nota repetida sin poder llegar a juntarse. El disco se cierra con una recomposición del «Ave María» de Bach-Gounod. El Ave María original de Gounod es una melodía que compuso el compositor francés Charles Gounod para ser interpretada sobre el Preludio nº1 en do mayor, BWV 846 de J.S. Bach. Jose Carra ha modificado la armonía original del preludio de Bach para escribir una nueva melodía.

Santuario es uno de los trabajos más personales y reflexivos del compositor y pianista Jose Carra. Un disco oscuro y expresivo fruto de este momento de nuestra historia.

«El disco fue grabado en diferentes localizaciones. El primer tema que grabé, fue en una nave industrial abandonada junto al lugar donde doy clases. He grabado también en casa uno de los temas y es increíble porque suena exactamente tal y como son concebidos la mayoría de mis temas. con el ruido de fondo de la ciudad y con las limitaciones de mi piano de pared. También he grabado en un piano vertical de principios del siglo XX en un tema en el que además utilizo grabaciones mías de cuando estudiaba en casa de mis padres con 11 años. El resto de temas los grabé en Royal Pianos, una maravillosa tienda de pianos que hay en Málaga, el sueño de cualquier pianista. Grabé dos temas en un Feurich Vienna 123 y el resto en el Yamaha CFX, como en mi anterior disco. Grabar en la tienda fue increíble porque estaba rodeado de unos cuarenta pianos que resonaban por simpatía con las notas que tocaba, cada vez que terminaba una pieza aún pasaban segundos hasta que el sonido de todo ese bosque de pianos se apagaba. También se oyen crujidos de la madera de los pianos, es un disco que muestra la naturaleza del piano en el sentido más literal de la palabra.»